Presenciar una crisis en el Instituto Politécnico Nacional me ha sorprendido. Las causas son claras y no son novedosas: un nuevo reglamento que adelgaza el mapa curricular de las carreras impartidas y que disminuye la vocación científica del instituto. Pero ahora me llena de gusto que el movimiento que genero entre los alumnos es compacto y en general bien informado.

Las acciones de las autoridades del IPN estan enmarcadas en la reforma educativa (Tómese en cuenta que el IPN no es autónomo y depende de la Secretaría de Educación Pública) que es más una reforma laboral que educativa. Se plantea que los cambios fomentarán el incremento de especialistas técnicos con una formación más pobre que la de los actuales ingenieros politécnicos, preparando un poco el escenario de gran inversión nacional y extranjera que producirían las nuevas reformas constitucionales.

Ya existen opciones técnicas en el sistema de educación pública. Transformar al IPN en lo que se explico arriba significa quitar una opción de educación pública y por lo tanto vulnerarla. Se teme que la tendencia gubernamental se incline en última instancia a becar estudiantes en universidades privadas en lugar de sostener a las universidades públicas.

La educación pública en México cubre un perfil necesario del desarrollo nacional. Se distingue de la educación privada por tomar distancia de la idea de la generación de riqueza individual como eje de los planes de estudio. La educación privada no esta mal, pero sola no funciona y genera consecuencias nefastas (Justo ahora Estados Unidos tiene un serio problema de deuda generada por los préstamos estudiantiles).

Este movimiento no es exclusivo de los estudiantes politécnicos, nos concierne también a aquellos que vemos en la educación pública un derecho y que sabemos que en combinación con un cuerpo de universidades privadas de buen nivel  fortalece al país.

 

PD: Lo que ha ocurrido con los 47 normalistas desaparecidos en Iguala es indignante, signo de guerra sucia.